Como ya es tradición, la misa de celebración del Domingo de Resurrección reunió a la Familia Real española al completo, incluida la pequeña Leonor, que se convirtió en la protagonista de este año. Los Reyes llegaron a la Catedral en primer lugar en un coche que conducía el monarca, tras ellos, los Príncipes de Asturias, muy sonrientes, con Leonor en brazos de su madre. Poco después aparecieron los Duques de Lugo con sus hijos, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica, vestidos muy elegantes para la ocasión, y los de Palma con su prole: Felipe Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel y la
pequeña Irene, quien tras la sesión de fotos se retiró en compañía de su nurse hacia el coche, por lo que no asistió a la misa. Durante la breve sesión de fotos, Leonor se convirtió en el blanco de los fotógrafos y de los cientos de ciudadanos que se dieron cita en las inmediaciones de la catedral y que no paraban de corear su nombre para sorpresa de la pequeña. Leonor, lejos de incomodarse ante tanto flash,
pareció disfrutarlo y miraba a su alrededor con sus grandes ojos azules mientras recibía los mimos y carantoñas de sus abuelos, sus tíos y sus primos. Una vez dentro del templo, los miembros de la
Familia Real española ocuparon la primera fila de bancos. Minutos después comenzaba la misa, que, como en años anteriores, fue celebrada por el canónigo Guillermo Julià, acompañado por el resto de canónigos del Cabildo. Finalizada la misa, la Familia Real volvió a posar a la salida del templo. Esta vez era
el
príncipe Felipe quien llevaba en brazos a la infanta Leonor, vestida toda de azul, y que de nuevo miró sorprendida a la multitud que se encontraba esperando su salida. Tras despedirse de los canónigos, entraron en sus respectivos coches y regresaron al palacio de Marivent, residencia oficial de la Familia Real en sus estancias en la isla. Terminaba así la quinta aparición pública de la infanta Leonor en sus cinco meses y medio de vida.
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